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𝐋𝐨𝐬 𝐭𝐫𝐚𝐳𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐫𝐩𝐨𝐫𝐚𝐥𝐞𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐞𝐬𝐩𝐚𝐜𝐢𝐨.

  • Foto del escritor: Acentos Territoriales
    Acentos Territoriales
  • 11 may 2021
  • 4 Min. de lectura

Por: Cristina Herrera Saavedra, Doctora en Ciencias Sociales y Humanas.


Servicio social ambiental en la Corporación Ambiental Chilcos (barrio La Fiscala) Fuente: Archivo de imágenes Corporación Ambiental Chilcos.

La apariencia visual de una fracción de espacio, como la apropiación de un lugar, podrá ser comprensible y dotarse de sentido desde la perspectiva del grupo social que lo transforma y lo sostiene. En un contexto urbano, la sostenibilidad de un espacio depende de su capacidad de acoplarse a una comunidad. Es decir, depende de que sus miembros lo visiten, lo usen y lo acepten como un componente más de su entorno.

En el barrio popular, los procesos comunitarios resultan ser un amplio, complejo y diverso proceso cultural permanente, como evidencia de dicha capacidad de acoplamiento. Se trata un universo nutrido de la cotidianidad de los encuentros, los mecanismos de colaboración, de creación de soluciones, de renovación de las expresiones, como parte de un proceso intergeneracional y como ejercicio de memoria.


De esta manera, el barrio recicla y aprovecha, crea y reinventa. Teje miradas solidarias desde diversas formas de creativa cooperación vecinal. Se trata de una multiplicidad de niveles de conocimiento que los barrios populares han producido y producen desde espacios de construcción permanente, en los que las formas de organización comunitaria se manifiestan a partir de la cultura, las tradiciones, la resistencia y la resiliencia en un contexto cada vez más complejo, determinado por la exclusión, la dificultad económica y las nuevas dimensiones de los retos territoriales en las grandes ciudades.


Por ello, resulta determinante la valoración del espacio comunitario como el lugar privilegiado del encuentro ciudadano, en el que se fortalece la convivencia y se rompe el aislamiento, permitiendo la visibilidad pública. En este sentido, el barrio popular al ser además la forma predominante de la experiencia urbana e indisociable de nuestras ciudades, representa una forma legítima de habitar en la que se destaca su capacidad de innovar y crear.

Dicha innovación es posible, en buena parte, por la conformación de territorios porosos y cambiantes a los que resulta complejo asignarles usos estáticos. Lugares donde se materializan espacios que articulan actores sociales, modelos de sociedad y discursos institucionales, traduciéndose en prácticas que trasforman el paisaje urbano desde nuevas narrativas y discursos.

Se trata de lugares de oportunidad que, como intersticios urbanos, permiten bosquejar espacios para la audacia y lo inesperado. Nodos de articulación compleja, diversa y cambiante, como el efecto de suturas que cierran brechas y sendas que dan paso a nuevos territorios. Prácticas que persisten y se reivindican ante las transformaciones excluyentes del desarrollo urbano.

Y en estas conexiones y articulaciones resulta determinante, a su vez, la interacción y el accionar de los cuerpos en el espacio. Aquella relación del cuerpo como referencia directa, con su ocupación y localización, desde las actividades cotidianas y los desplazamientos que van determinando las formas de adaptación a las condiciones específicas de un espacio, en este caso urbano-popular.


Cuerpo y espacio se relacionan y se reinventan de maneras diversas para captar y representar sentimientos y experiencias que persiguen capturar la esencia de un lugar. En ese espacio vivido, un cuerpo que avista el horizonte del mundo y de los mundos posibles. Cuerpo y espacio se vinculan así directamente con las nociones de futuro.


Como una forma de construcción pedagógica de territorialización del cuerpo urbano-popular, y la promoción de una conciencia ambiental a partir de las implicaciones de esta interacción, —que orientan una preocupación por el futuro global desde lo local—, la Corporación Ambiental Chilcos, enmarcada en una iniciativa de organización comunitaria, ha enfocado su accionar hacia el reconocimiento y la recuperación de los ecosistemas urbano-rurales de los cerros orientales próximos al Parque Entrenubes. En estas zonas desarrollan —desde una propuesta de Servicio Social Ambiental con los jóvenes de colegios del sector–, jornadas de reforestación, diseño de rutas ambientales, adecuación de escenarios biofísicos para realizar actividades de deporte extremo y experiencias sensoriales en estos entornos.


Estas experiencias de organización social que reivindican la conservación ambiental, la educación en sus espacios materiales y sus prácticas, permiten la creación de posibilidades de encuentro entre identidades. Procesos organizativos que inciden en la transformación del entorno, redefiniendo los espacios y generando alternativas en los modelos de gestión tradicionales. Apuestas que han logrado convertirse en impulsoras de cambios en sintonía con las condiciones y necesidades del espacio urbano.

Por lo tanto, son iniciativas de organización social que vislumbran un llamado a la creatividad, a la aplicabilidad y a la innovación para que las capacidades locales dialoguen e inspiren soluciones basadas en la interacción y resignificación del entorno. Iniciativas que nacen desde los valores que cada comunidad le atribuye a sus recursos. Procesos gestados como movimientos que siembran semillas de cambio y que van trazando nuevas cartografías de los recursos naturales, culturales y humanos de la ciudad.

Experiencias que ponen el acento en mundos sociales posibles, mundos capaces de inspirar acciones y expresar sueños colectivos.

Servicio social ambiental en la Corporación Ambiental Chilcos (Parque EntreNubes)

Fuente: Archivo de imágenes Corporación Ambiental Chilcos.



























 
 
 

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